¿Te gusta el Mini Cooper pero tu presupuesto te alcanza apenas para una bici usada y un Gansito? No sufras. Alguien en China te escuchó… y decidió que merecías una alternativa: el Lifan 320.
Sí, lo ves de lejos y engaña. Tiene esa forma redondeada, los faritos coquetos, hasta la pintura bicolor si le echas ganas. Pero te acercas… y empieza el dolor. Porque el Lifan 320 no es un Mini. Es como ver una camiseta que dice “Luis Vitón” o unos lentes “Roy-Ban”: sabes que algo anda mal, pero ya estás ahí.
Diseño:
Inspirado en el Mini Cooper… con énfasis en “inspirado”. Parece una fotocopia mal recortada. Lo peor es que el diseño exterior es lo mejor que tiene.
Interiores:
Plásticos duros, botones que parecen de juguete, y una consola que grita “alguien improvisó”. Si pensabas en elegancia británica, prepárate para realismo comunista.
Motor y rendimiento:
Un motorcito 1.3 litros que suena más emocionado de lo que avanza. Te da poco más de 80 caballos de fuerza… o sea, como cinco ponis cansados. Eso sí, consume poco. Muy poco. Pero también entrega poco.
Seguridad:
¿Bolsas de aire? Sí, si tienes suerte. ¿ABS? En tus sueños. En pruebas de choque, el Lifan 320 se deshace como si estuviera hecho con LEGO. Literalmente no lo chocan, lo desarman.
Veredicto final:
No es un Mini. Es un Lifan.
Con “L” de “Lo barato sale caro”.
Con “L” de “Lo vi bonito, lo compré rápido y lo vendí más rápido aún”.
Eso sí, nadie te quita la experiencia. Porque manejar un Lifan 320 es como ver una película pirata: sabes que no es lo original, pero al menos te entretiene un rato… hasta que falla el audio.
Lifan 320: la copia más descarada del Mini, directo desde Temu y con olor a arrepentimiento.